Según el axioma del conciencismo

Eugenio, NKOGO ONDÓ – León

 

Correspondiendo al honor que me ha sido conferido, al formar parte de los designados para pronunciar algunas  palabras sobre el 50 aniversario de la independencia africana, he juzgado oportuno estructurar esta breve exposición en  estos seis apartados que se enumeran del siguiente orden:

1) Del lucero del alba al ocaso precipitado, 2) la voz profética del gran maestro, 3 ) la parodia del “eterno retorno”,  4) el fantasma del orden magnético, 5)“Ali Bongo, el benjamín de la Françafrique”, y  6) “atreverse a inventar el futuro”.

                        

1. Del lucero del alba al ocaso precipitado

Como todo el mundo se acordará,  el Conciencismo es la obra  cumbre de Kwame Nkrumah, cumbre porque, además de contar con otras que tuvieran más o menos  resonancia que la presente, es precisamente en ella donde nos dejó plasmado su sistema filosófico. El gran revolucionario, absorto en sus ideas, se convenció rápidamente  de que la filosofía, como el resto de las demás actividades reflexivas humanas, aparece siempre en el seno de un medio social que, en cada etapa de la historia, se presenta como denominador común, catalizador, inspirador o receptáculo de todos los valores  motrices de su  realización en el presente y su proyección hacia el futuro. De este modo era preciso insistir en que  ese “medio social influye en el contenido de la filosofía, y el contenido de la filosofía intenta influir en él, ya sea afirmándolo, ya sea oponiéndose a él. En ambos casos, la filosofía tiene algo de ideología. En el caso de que ella confirme el medio social, tiene algo de ideología de la sociedad en cuestión. En el caso contrario, tiene una ideología de una revolución dirigida contra ella.1” A partir de este principio, ese observador comprometido, situándose en el espacio y en el tiempo y contemplando la totalidad del horizonte de su continente africano, asumió el imperativo de su propia circunstancia. Él sabía que esa tierra de sus antepasados ya no  sólo había admitido sino también había asimilado las aportaciones de otras culturas. En consecuencia, ese medio a partir del cual había que filosofar era ya, en su esencia, una sociedad tridimensional en la que se encuadraban “una fracción fiel a nuestro género de vida tradicional, una fracción que representa en África la herencia musulmana y, en fin, una fracción que traiciona la infiltración de la tradición cristiana y de la cultura de la Europa occidental, cuyos principales vehículos son el colonialismo y el neocolonialismo.2” Con esa orientación que yo llamaría realismo cauteloso, el filósofo africano piensa que,  la liberación total de su continente tenía que estar en consonancia con búsqueda o la creación de un armonía capaz de sintetizar esas tres herencias. En otros términos, había que crear una ideología común que cristalizara en una filosofía que conservara los principios humanistas de África. “Esta filosofía surgirá de la crisis de la conciencia africana confrontada con las tres corrientes de la sociedad africana actual. Propongo llamar a esta posición conciencismo, puesto que es la filosofía que nos dará el fundamento teórico de una ideología cuyo fin será  unir a la vez la experiencia africana de la presencia musulmana  y euro-cristiana con la de la sociedad tradicional y, por una especie de gestación, utilizarlas para el desarrollo armonioso de la sociedad en cuestión.3”

El conciencismo, intentando encontrar su puesto en el universo de los sistemas filosóficos contemporáneos, se sitúa al lado del materialismo por ser “una forma seria, objetiva, y casi descriptiva,  de la metafísica”. Supuesto que dicha corriente, al sostener que la materia era el principio de todo cuento existe, tenía que demostrar cuál era el origen de lo inmaterial. La respuesta, para el filósofo africano, había que buscarla en “la  conversión categorial”, que sería “algo como un surgimiento de la conciencia de sí de lo que no tiene conciencia de sí, como un surgimiento del espíritu de la materia, de la cualidad  de la cantidad.4” De forma explícita, se constata que, frente a los materialistas extremistas que hacían de la materia la única realidad en oposición a los que, por el contrario, sostenían que el espíritu era la otra y única fuente de lo  existente, el materialismo nkrumahista acepta desde el principio que “la interacción del espíritu y del cuerpo es admitida como hecho.5” Como un instrumento de desarrollo, el conciencismo asumió el compromiso de pasar inmediatamente de la teoría a la práctica, una práctica revolucionaria mediante la cual el pueblo se convertía en verdadero protagonista de su historia. Este protagonismo era una carrera que había que ganar, conquistando la independencia económica, tras superar diversos obstáculos y detenerse en dos paradas, estas eran: la “acción positiva” y la “acción táctica”. La primera, “la acción positiva” consistía esencialmente en “una combinación de métodos no violentos con una acción política efectiva y disciplinada. En esta etapa, el conflicto abierto con el régimen colonial existente es inevitable y esto constituye una prueba de fuerza para la organización.” La segunda parada, la “acción táctica”, se presentaba como “una especie de competencia de talento” en la que era preciso pronunciarse en términos de una declaración expresa que sellara de una vez por todas tanto los fundamentos como la finalidad del proyecto en cuestión, cuya ideología podía formularse de esta manera: “ninguna raza, ningún pueblo, ninguna nación puede existir libremente ni ser respetada en su propio territorio y en el extranjero si no goza de libertad política.6” Para que esa libertad fuera consistente, tenía que apoyarse en la independencia económica que exigía todos los esfuerzos del pueblo, dotándolo de una rigurosa ordenación en todos los ámbitos empezando por la educación, la agricultura y la industria, llevando un control de la explotación de sus primeras materias, con el fin de consagrar sus beneficios a su propio desarrollo, y creando, en fin, las bases de “una movilización total de la inteligencia y de los recursos del potencial humano.7” Así se consiguió la Autonomía de la Costa de Oro, en 1951, y la independencia, tomando el nombre de República de Ghana, en 1957.

Siete años después, el Osagyefo, echando una mirada retrospectiva a su obra, se acordaba de la actividad desplegada y tenía que repasar las líneas fundamentales de su filosofía. Ampliando el esquema conceptual original, explicaba otra vez que la “acción positiva” se entiende como el “conjunto de fuerzas que tienden a establecer la justicia social aboliendo la explotación y la opresión ejercidas por la oligarquía.” Que la “acción positiva”, como en cualquier otro proceso dialéctico, se opone a la “acción negativa”, que es “la suma de fuerzas que tienden a prolongar la dependencia y la explotación coloniales.” En virtud de esa oposición, se constata que la “acción positiva es revolucionaria” y la “acción negativa, reaccionaria.” En esa confrontación es siempre posible desembocar en estas tres situaciones totalmente distintas, en la primera de ellas, la “acción positiva” puede superar a la “acción negativa”, en la segunda, a la inversa, la “acción negativa” supera a la “acción positiva” y, en tercer caso, ambas “pueden encontrarse en un equilibro inestable.8”  De acuerdo con este panorama, se confirma que un país sólo puede acceder a la independencia cuando la “acción positiva” supera a la “acción negativa”, tal como su praxis revolucionaria lo demostró al mundo entero. En consecuencia, no sólo él mismo sino también el resto de los pueblos hermanos y de buena voluntad estaban convencidos, incluso con cierto orgullo, de que su esfuerzo había convertido a la República de Ghana en la auténtica  metrópoli del nacionalismo africano. No obstante, Nkrumah se dio cuenta con su incomparable clarividencia de la amenaza que suponía el omnipresente fenómeno del neocolonialismo que, para los países independientes, “es más peligroso que el colonialismo”,  porque se puede vencer la brutalidad de este viejo sistema “movilizando racionalmente el esfuerzo nacional .9”, lo cual no es previsible en el neocolonialismo donde los mismos nativos, obedeciendo las voces de sus amos,  son no sólo cómplices de la explotación de sus pueblos, sino también autores materiales de su aniquilación. De hecho, las naciones que caen en la red de esa nueva forma de dominación son en teoría independientes y aunque tengan todas “las galas externas de la soberanía internacional”, sin embargo, sus sistemas económicos y políticos son dirigidos por las potencias extranjeras.

Los métodos del neocolonialismo se ejercen habitualmente mediante férreos controles económicos y monetarios; en ciertos casos,  “las tropas del poder imperialista pueden ocupar el territorio de un Estado neocolonial y controlar su gobierno.10” El resultado del neocolonialismo se producía como una inferencia lógica, por el mero hecho de que el capital extranjero se destina a la explotación y nunca al desarrollo de los pueblos. “La inversión, bajo el neocolonialismo, aumenta mucho más de lo que disminuye la distancia entre los países ricos y  pobres del mundo.11”   

Del mismo modo que Lénine observara que “El capitalismo se había transformado en un sistema universal de opresión colonial y de asfixia financiera de la inmensa mayoría de la población del globo por un puñado de países “avanzados”… que arrastran toda la tierra en su guerra por el reparto de su botín. 12”, Nkurmah advertía que “El peligro para la paz mundial surge, no de la acción de quienes buscan el fin del neocolonialismo, sino de la inacción de los que permiten que continúe. Argüir que no es inevitable una tercera Guerra Mundial es una cosa, suponer que puede evitarse cerrando los ojos al desarrollo de una situación que probablemente se produzca, es otra cuestión completamente distinta.13” Por el rigor y la certeza de su análisis, el Neocolonialismo, última etapa del imperialismo provocó un gran revuelo en las potencias occidentales, explotadoras de recursos naturales en las zonas más ricas del mundo, que precipitaron la caída de su régimen. “Una de las tareas de la CIA y de otras organizaciones similares fue encontrar este potencial de colaboradores y traidores entre nosotros, estimularlos con sobornos y promesas del poder político para acabar con el gobierno constitucional de su pueblo. En Ghana, las embajadas de los Estados Unidos, del Reino Unido y de Alemania del Oeste estaban implicados en el complot para derrocar a mi gobierno. Se sabe que el embajador de los Estados Unidos, Franklin Williams, ofreció 13 millones de dólares a los traidores para llevar a cabo el golpe de Estado. Afrifa, Harley y Kotoka obtendrían una porción considerable de esa cantidad si me hubieran asesinado en el aeropuerto de Accra, cuando iba de viaje a Hanoi. Me informaron que Afrifa dijo: “creo que fracasaría”, y rechazó la propuesta. Así,  por lo visto aceptó otras.14”  Mediante esta maniobra tan sucia, el 24  de febrero de 1966 triunfó el golpe de estado neocolonial que pasó el poder a sus defensores locales. A causa de esa inversión total de los valores, el nkrumahismo había sufrido una sacudida irreversible y empezó a desmoronarse el edificio que había levantado desde 1947. Si en el país en cuestión se vio el lucero del alba que despertó al mundo africano, con esa “acción negativa”, en su forma más virulenta, asistimos con profundo pesar al teatro de su ocaso, un ocaso muy precipitado por el impulso bélico de los verdaderos enemigos de las nuevas naciones que luchan por su libertad y por el desarrollo integral de sus habitantes en todo el globo terráqueo. Esta es la especial circunstancia que yo mismo he vivido y descrito en una obra que lleva el título de: Sobre las ruinas de la República Ghana…  

 

2. La voz profética del gran  maestro

Alejando al enemigo número 1 del frente de batalla, apartando al actor principal del teatro político de uno de los países más ricos de África y del mundo, derrocando a un régimen cuyo creador fue el guía de la conciencia africana, las multinacionales internacionales se abalanzaron sobre su suelo como fieras hambrientas para controlar la situación: “Hombres de negocios procedentes de los Estados Unidos, del Reino Unido, de Alemania, de Israel y de todas partes llegaron a Ghana como buitres para arrebatar el rico botín. En realidad,  todas las industrias estatales desarrolladas por mi gobierno fueron privatizadas. En esas privatizaciones se incluían empresas tales como la Corporación de la Producción de la Madera, la Corporación de la producción del Cacao, Corporación de la explotación Minera del Diamante, la Fábrica Nacional Siderúrgica, la Línea Marítima Estrella Negra (Black Star Shipping Line),  las Líneas Aéreas de Ghana y la cadena de todos los Hoteles del Estado.15“ El neocolonialismo abrió, por fin, de par en par las puertas a sus excesos e irrumpió en las cuatro esquinas de todo el continente. Este es uno de los métodos más frecuentes que esa nueva forma de dominación ha  implantado en todos los países africanos, ya sea persiguiendo, excluyendo o eliminando a los que piensan en la liberación, en la construcción y en el desarrollo integral de sus pueblos, ya sea sustituyéndolos, como en este caso, por sus lacayos o defendiendo a estos últimos para que ocupen cargos vitalicios y permitan la extensión de su acción devastadora a todas partes por medio de mecanismos distintos. Reflexionando con profundo pesar, desde la “Villa Syli”, residencia de su exilio en Conakry,  el “récord de la acción militar en África”, su continente amado,  dos años después de 1960,  el motor del panafricanismo ya en ralentí,  antes de extinguirse en 1972, estableció el siguiente balance desolador:

El 17 de diciembre de  1962, tiene lugar el frustrado golpe de Estado contra el presidente Leopold Senghor, quien gozaría de la protección necesaria de París, al tratarse de un buen representante del neocolonialismo francés; el 13 de enero de 1963, es asesinado el presidente Sylvanus Olympio, en Togo; del 12 al 15 de agosto de 1963, en Brazzaville se produce la dimisión forzosa del presidente Fulbert Youlou;  del 19 al 28 de octubre de 1963, en Dahomey es depuesto el presidente Hubert Maga; el 3 de diciembre de 1963, un motín militar es reprimido en Niamey por el presidente Hamani Diori; entre  los días 20, 23 y 24 de enero de 1964, en Tanzania, Uganda y Kenia se producen motines militares reprimidos con la ayuda de las fuerzas británicas; el 18 de febrero de 1964, es depuesto el presidente Léon M´ba, en Gabón; el 1 de enero de 1965, en la República Centroafricana se asiste a la dimisión forzosa de presidente David Dacko; tres días después, el 4 del mismo mes de enero, es depuesto el presidente Yameogo, en Alto Volta; el 18 de junio de 1965, tiene lugar el derrocamiento del presidente Ben Bella, en Argelia; el 25 de noviembre de 1965,  Mobutu Sese Seko, el mejor agente local de la CIA en la zona, asume el poder en Congo Leo; el 22 de diciembre del mismo año, 1965, otro militar asume el poder en Dahomey, se trata del general Soglo; el 15 de enero de 1966,  en Nigeria, el primer ministro federal Alhaji Abubakar Tafawa Balewa es asesinado junto con otros dos primeros ministros regionales, lo que coincide con la toma de poder del general Ironsi; el 24 de febrero de 1966, en Ghana, como se ha explicado, toman el poder los jefes del ejército y de la policía apoyados fuertemente por la CIA y demás instituciones neocoloniales; el 29 de 1966, volvemos otra vez a Nigeria donde muere el general Ironsi y lo sucede el general Gowon; el 29 de noviembre de 1966, es depuesto el rey Ntare V , en Burundi; el 13 de enero de 1967, en Togo, se anuncia la dimisión forzosa del presidente Grunitzky y,  algo más de dos meses después, el 24 de marzo, el ejército toma el poder en  Sierra Leona. 16

Este nuevo viento que sopla en el continente africano, no es el de la libertad que se inició en la costa atlántica, en la República de Ghana, sino, por el contrario, es el viento que arrastra la fuerza de la ambición frenética, del despilfarro y vela por la protección de los intereses extranjeros. Lo cual revela la agudeza intelectual de la voz del gran maestro quien, con suficiente antelación, nos advirtió de las grandes dificultades o de la situación extrema que amenazaría o frenaría constantemente las vías de desarrollo de los países inmersos en ese círculo vicioso de dependencia inexorable. De hecho, desde el acceso masivo a la independencia de los países africanos hasta nuestro días,  la profecía de Kwame  Nkrumah se ha cumplido de tal manera que la podemos considerar como un axioma, es decir como una aserción que se puede admitir sin discusión. Como se recuerda, al detectar con acierto la voluntad de poder de los grandes y la marcha del mundo que ellos proyectaban, el pensador africano creyó que era necesario poner de manifiesto que, “para los países independientes, el neocolonialismo es más peligroso que el colonialismo.” Este manifiesto era, en primer lugar,  un toque de alarma para los países subdesarrollados y en vía de desarrollo, con el fin de que uniesen sus  esfuerzos para afrontar el nuevo poder imperial que minaba sus posibilidades de progreso, y, en segundo lugar, era una denuncia a los más avanzados para que la humanidad entera tomara conciencia no sólo de su “mala fe” sino también de sus consecuencias desastrosas. En efecto, el que pretenda ir más allá de la realidad sensible se dará cuenta enseguida de que la independencia política de la mayor parte de los países africanos fue la inauguración del neocolonialismo. Se sabe que el general De Gaulle, unos años antes de otorgar la independencia a sus colonias africanas, fabrica una nueva constitución y, en 1958, las insta a aceptar la “Communauté Française”, un organismo que, lógicamente,  las controlaría política, económica y militarmente. Sólo Sekou Touré, “el más audaz de los nacionalistas africanos” le echa en cara al general francés que:

“¡Preferimos la pobreza en la libertad a la opulencia en esclavitud! 17”

Con esa negativa del líder africano, su país accedió a la independencia el 2 de octubre del mismo año y, a partir de entonces, sufrió el terrible boicoteo no sólo de su antigua potencia colonizadora, Francia, sino también de todo el Occidente. Recurriendo a la fuerza de la amenaza, por la que los que se disponían a seguir el camino de la República de Guinea Conakry se quedarían  automáticamente excluidos de la Comunidad, el general De Gaulle salió con la suya, logró la  aprobación de su plan y diseñó un nuevo mapa territorial.  Desde muy niño, al comienzo de la década de los cincuenta, aprendí en la escuela que, además de Madagascar, en nuestro continente teníamos dos extensas zonas bajo dominio francés: África Occidental francesa, capital Dakar, y África Ecuatorial francesa, capital Brazzaville. La  astucia de De Gaulle, tras haber metido en el bote a sus colonias, consistió en crear 16 naciones independientes, en 1960, y fomentar la cizaña entre ellas. “¡Divide y vencerás!”

Por su parte, mediante la “British Commonwealth” el Reino Unido impuso sus reglas de juego político en sus colonias. Así asistimos a dos celebraciones totalmente distintas y opuestas: mientras las nuevas naciones celebraban con júbilo sus independencias políticas, las potencias colonizadoras celebraban la inauguración del neocolonialismo. ¡Está claro que le ha corrido mal la suerte a la madre África! Queridos/as hermanos/as, de forma especial y respetuosa, al hermano Makhily Gassama que acumula una gran experiencia teórica y práctica en el campo político, no constituye una buena elección apuntar a un  afroescéptico en la lista de los que pueden hablar de África, si se pretende hacer un balance de sus logros después del acceso masivo a la independencia de la mayoría de los países que configuran su actual mapa político. Al intentar descifrarlo con pocas palabras, a estas alturas, se me ocurre todavía evocar el sueño de ese gran proyecto primordial de la lucha por su liberación total, al que quisieron dedicar sus vidas sus hijos más predilectos: Kwame Nkrumah, Sekou Touré, Modibo Keyta, Jomo Keniata, etc.; proyecto al que, con su  incondicional compromiso, sellaron con el derramamiento de sus sangres sus más jóvenes revolucionarios: Patrice Lumumba, Amilcar Cabral,  Thomas Sankara…  Aunque seamos huérfanos, la savia que corrió de aquella fuente original nos sigue alimentando. Llegará un momento en que las generaciones futuras, tomando conciencia de sí , se mostrarán exigentes consigo mismas y con nuestra historia. Llegará un momento en que, alcanzando su madurez, se enfrentarán con firmeza a la adversidad y, con el grito unánime de que “se acabó: ahora ya no puedes pensar por mí como antes…”, como un líder de la juventud sindicalista, de Costa de Marfil, afirmó hace unos años en la tele, respondiendo a las provocaciones de Francia que incitaba a los rebeldes a empuñar las armas contra el gobierno de Laurent Gbagbo, se esforzarán por conducir a sus pueblos hacia el puerto de la esperanza y del progreso.

 

3. La parodia del “eterno retorno”

No quisiera detenerme en el “eterno retorno”, esa concepción circular del tiempo que Platón simbolizó con su habitual expresión mayéutica en el mito de la  transmigración o regeneración de las almas, en contantes “revoluciones” (Phèdre, GF Flammarion, XXVIII-XXIX), cuya dimensión infinita supo cantar  el filósofo romántico F. Nietzsche en su obra cumbre (Also sprach Zarathustra, Philipp Reclam, 1994, p. 228), sino trasladar simplemente su sentido de “vaivén” a ese teatro trágico de repetición en el que se mueven, como buenos marionetas de las potencias occidentales, muchos de  los actores de la política africana. Se sabe que la llegada de los europeos a África marca el inicio de un largo periodo de su explotación y de la mistificación de su historia que trastorna aún las mentes vulgares, mediocres y racistas. Como lo demuestra la historia universal y, de forma especial, la europea, en cualquier sistema de dominación encontramos adeptos o fieles colaboradores. Así se recuerda que Hegel, el filósofo del Estado prusiano, al contemplar a Napoléon, entrando en Jena, el 13 de octubre de 1806, lo aclama como “el alma del mundo”, del mismo modo mientras ciertos intelectuales franceses saludan efusivamente la entrada de Hitler en Paris,  algunos judíos figuran entre sus soldados y Vichy se declara afín a su ideología… Con eso no se pretende justificar ninguna de estas situaciones altamente traicioneras, sino simplemente demostrar que hace más de cinco siglos que tal fenómeno se extendió por el continente africano. Intentando exponer el tema a la inversa, el presidente de la República francesa, Nicolás Sarkozy, ignorando la historia de Francia y, por supuesto, la de nuestro continente, en su discurso del 26 de julio de 2007, en Dakar, no sólo ha hecho a los Africanos responsables de la esclavitud y del colonialismo, sino también del neocolonialismo exterior e interior que encierra actualmente a sus pueblos en las mazmorras de la miseria.  Desde esta perspectiva,  es preciso reconocer, “Entre la ira y la vergüenza”, que África va mal, pero muy mal. Va mal, este “continente emasculado y empobrecido durante cuatro siglos por la esclavitud y el colonialismo”, como lo escribe Jean-Baptiste Sipa, e “incluso convertido en un momento en coto privado de caza de Francia, en la prolongación de las tiendas coloniales metamorfoseadas después de 1960.18”  Ira y vergüenza por el hecho de que los que más explotan las riquezas de África se atreven a dirigirse a los Africanos para llamarlos pobres. Ira y vergüenza por  la actitud de la mayoría de nuestros dirigentes, dispuestos a aplaudir a sus amos y a acatar sus órdenes. Hasta el presente año 2009, la mayoría de los líderes africanos no se han  percatado de que la explotación desorbitada de los recursos locales, desde el siglo XV hasta hoy,  ha sido uno de los motores que ha impulsado e impulsa el potente desarrollo del Occidente y ha empobrecido y empobrece exageradamente a África.  Esa  prudencia elemental que brilla por su ausencia en la acción política de nuestros líderes y los conduce a caer en ese error perpetuo, los convierte en auténticos actores de la parodia del “eterno retorno”.

Sólo habría que viajar a algunos de los países representativos para vivir de cerca la esencia de la parálisis o el retroceso de la política africana. En el seno de  donde se encendió la antorcha de la libertad, en la República de Ghana, tras el derrocamiento del régimen de Kwame Nkurmah, como se ha demostrado, la privatización de las empresas significó la caída de la actividad productiva nacional en manos de los  amos neocoloniales. Aquí es fácil observar cómo la explotación del Oro (en un país que se llamaba Costa de Oro) y de los minerales como el Diamante está acaparada por los ingleses, mientras que la del aluminio la controlan los americanos (con la Valco Aluminium Company), etc. En las reuniones que celebrábamos en el Departamento de Lenguas Modernas, en la universidad de Ghana, Legon, Accra, oí muchas veces a los compañeros críticos decir en voz alta que “The petrol has gone to the United States”, “el petróleo se ha ido a los Estados Unidos”.  Dirigiéndonos al  coloso Nigeria, un miembro de la OPEP, donde todos los yacimientos petrolíferos están explotados por las multinacionales extranjeras, entre las que sitúa la privilegiada y famosa compañía holandesa Shell, que en 1967 desencadenó la guerra de secesión de Biafra. Las masas nigerianas sólo pueden hacer uso de esa primera materia que les pertenece perforando ilegalmente ciertos oleoductos, cuyas explosiones han provocado las ya repetidas y conocidas hecatombes. Ese país superpoblado, en lugar de propiciar la investigación tecnológica, de proteger y de aprovechar su enorme potencial humano para controlar la explotación de sus recursos y destinar los beneficios correspondientes a programas de desarrollo –una aspiración que debería ser la regla de oro de la política continental africana- es conocido por la INTERPOL no por su riqueza sino por la promoción de la actividad delictiva recogida en su página web 419 scam y, en general, por el desorden y la violencia que han reinado en sus distintos regímenes. En Niger, “la única riqueza del país –el uranio que asegura la mayor parte de la autonomía energética de Francia- está pillada por la sociedad francesa Areva, el número 1 mundial de empresas nucleares” . Del mismo modo, “el Gabón, el Congo, el Camerún, etc. no tienen influencia en sus riquezas petroleras y mineras.19” Estas caen bajo dominio exclusivo de la antigua metrópoli colonizadora. A esa área de influencia pertenece, desde 1985, la pequeña Guinea Ecuatorial, el Kuwayt africano, o la Suiza africana como se creyó anteriormente, donde se han descubierto, en la década de los noventa, uno de los pozos petrolíferos más grandes del mundo. Pero, el país en miniatura se ha convertido en un “infierno” visible y espantoso controlado por “las empresas extranjeras, la violación de los derechos humanos y el autoritarismo político.20”  En realidad, nos encontramos ante una simple factoría o surtidora explotada por infinitas y grandes multinacionales, tales como las americanas Amerada Hess, en las costas de Bata, Exonn Mobil y Marathon Oil, en las de Bioko, la francesa Elf Aquitaine, etc., cuyas ganancias igual que el resto de la explotación de otros recursos redundan en sus incontables beneficios y en los de su principal socio, el presidente Teodoro Obiang Nguema quien, como otros cleptómanos de su rango, los destina a los bancos americanos y europeos. Es significativo recordar que el dirigente ecuatoguineano, junto con Omar Bongo (que acaba de expirar en la clínica Quirón de Barcelona, habiendo desvalijado el arca gabonesa para invertir su fortuna en París), Paul Biya y Dénis Sassou-Nguesso, forma parte del cuarteto de los acérrimos defensores de los intereses neocoloniales y, sobre todo, de los franceses, en el Golfo de Guinea; sus actuaciones constituyen una aplicación despiadada de la ley marcial. En Gabón, el ejército nacional es como una fracción del ejército francés que mantiene el férreo orden que permite a sus compatriotas efectuar desahogadamente la explotación de los grandes yacimientos petrolíferos de sus costas y demás recursos. En ese oscurantismo desapareció misteriosamente el partido político de la oposición. Paul Mba Abessolo, el antiguo alcalde de Libreville y anterior jefe de dicha oposición, al ser sobornado por el mismo Bongo y el mundo empresarial neocolonial, abandonó definitivamente su actividad y se incorporó en la lista de los más ricos del país. En el vecino Congo la Elf Aquitaine se declaró protagonista de la toma del poder absoluto de Sassou-Nguesso y de la persecución de los progresistas, tales como Pascal Lissouba y otros. En Guinea Ecuatorial, la CIA y el “lobby” omniexplotador américo-francés vigilan los movimientos de Obiang y velan por su flaqueada salud para mantenerlo activo hasta su muerte. En Camerún, el poder neocolonial ha hecho poderoso al señor Biya de tal manera que, aunque estuviera ausente y residiese en Suiza, durante seis o más meses con su séquito en los hoteles más lujosos, puede controlar a todo aquel que no comulgue con sus ideas. Por eso ha confinado al Dr. Abel Eyinga, el jefe de la oposición, en su villa natal de Ebolowa.

Lo mismo sucede en otras excolonias francesas donde el espacio económico está acaparado por las firmas de la antigua metrópoli: “Elf-Total-Fina, Bouygues, Bolloré, France Télécom, Air France, Castel, Areva, etc. El 80% del sector formal senegalés, por ejemplo, está controlado  por las sociedades francesas.21” A esa asfixia se añade el hecho de que los países integrados en sistema colonial del franco CFA (cuando en la tierra de sus amos ya no existe ninguna moneda que se llame franco) “están obligados a depositar una parte de sus divisas en el Tesoro francés, hasta un 20% de la cobertura de la emisión monetaria. Además, la libre convertibilidad de la moneda de cada sub-zona,

en este caso el Banco de los Estados de África central, el Banco central de los Estados de África del Oeste y el Banco Central de Comores, están obligados a garantizar la apertura de una cuenta de operación en el Tesoro francés, en el que dichos bancos centrales africanos deben depositar  el 50% de sus haberes exteriores netos.22” La regla de oro que garantiza esta dominación ha sido siempre la misma, la de dotar de mayor protección a los dirigentes sumisos o dóciles y de perseguir a los nacionalistas, opositores, o  a todo aquel que quisiera pensar en la defensa de los intereses de su pueblo. A estos últimos se les aplican severos castigos, en sus distintas categorías:  a) pueden ser condenados a cadena perpetua,  como André Marie Mbida, en Camerún,  b) derrocados, como Hamani Diori, en Niger, c) desgastados por guerras civiles, como lo ha sufrido el gobierno de Laurent Gbagbo, en la Costa de Marfil, d) asesinados como Félix Moumié, en Suizza, Outel Bono, en Paris, Thomas Sankara, en Burkina Faso, e) o ejecutado públicamente como Ernest Ouandié, en Camerún… Además de los servicios secretos, en virtud de las cláusulas forzosas de la Communauté Française, el ejército francés cuenta con bases militares en todas sus excolonias. No sólo ellas sino también cualquiera de sus multinacionales puede provocar los conflictos que quisiera en el suelo africano y armar simultáneamente a las facciones opuestas.

Si echamos una ligera ojeada a la extensa República democrática del Congo, uno de los países más ricos del mundo, tendríamos que recordar que, si sus minas fueron tomadas como propiedad privada de los reyes belgas, en el siglo XIX, pues tras su independencia en 1960 y la “operación Barracuda [el nombre del código de la acción belga de eliminación de Lumumba].23”, Joseph  Mobutu, el grande y mejor amigo del Occidente, hizo de su suelo una neocolonia américo-europea. Con la segunda “operación Barracuda” o de la eliminación de Laurent Kabila, obra de múltiples actores,  y la posterior elección de su hijo Joseph Kabila, el país colosal sigue anclado en el puerto de la explotación extranjera… Así, en ese cúmulo de obstáculos tan difíciles de superar, daríamos vuelta al mapa político de nuestro continente… De esa guisa, su desarrollo si no se encuentra en un callejón sin salida, por lo menos sigue un proceso muy lento y tortuoso.  

La riqueza africana ha sido, es, y sigue siendo uno de los motores del desarrollo del Occidente. En el caso de Francia, no sólo ha propiciado y propicia su avance económico, industrial y tecnológico, sino que también refuerza su cacareado sistema político y democrático. En ese ámbito, el observador crítico sorprenderá al mundo entero, al poner de manifiesto que “existen pocos partidos políticos franceses que, en un momento o en otro, no se hayan beneficiado de la generosidad de un jefe de Estado negro “amigo”. Las formas de esas “participaciones” son diversas: donaciones puras y simples, sobrecargas de contratos con retrocesiones, malversación pura y simple de ayuda al desarrollo… No ha habido ninguna campaña nacional francesa que África no haya sostenido económicamente… […]. Así, como por casualidad, semejante aberración no ha sido jamás denunciada por ningún grupo político: la democracia francesa sostenida a remolque por los regímenes autocráticos de los países pobres […]. Dinero sucio o vergonzoso, financiación de nuestra democracia o de nuestra industria, todo ocurre como si Francia considera o considerase […] a África como un anexo discreto, de entresijos muy prácticos para blanquear los fondos dudosos y pagar entre “elites” algunos provechosos tráficos.24” Una de las pocas noticias de esa depravación extrema que alarmó infructuosamente a los medios de comunicación y a la opinión pública demostró que: “Valéry Giscard d´Estaing no ha sido el único que recibe el regalo de las placas de diamantes de Bokassa: muchos más lo han recibido, incluyendo a importantes políticos franceses que, en su tiempo, lo han hecho subrepticiamente”. Y sin ningún reparo,  el que fuera el decano de la perversión franco-africana, Omar Bongo Ondimba, al referirse a la benevolencia de su despotismo, afirmó enfáticamente: “era mi dinero. No niego haber ayudado a unos y a otros, pero no me gustaría que se dijera que los he ayudado para sembrar cizaña entre ellos.25”  Intentando proyectar otra luz sobre la constancia de ese ambiente turbio o mafioso de la política francesa, en su fase más reciente, sólo alguna fuente crítica ha señalado una vez más al mismo Omar Bongo como el gran amigo africano que, despilfarrando el erario de su nación, ha pagado la campaña electoral del presidente Nicolás Sarkozy. El recurso a la lógica elemental invitará a los honestos a exigir aclaraciones sobre el caso. Con esa inversión total de los valores, hemos aceptado la destrucción de la democracia tradicional africana, muy anterior a la occidental, para remolcar a trancas y barrancas la truncada democracia francesa. Recordemos que nuestra democracia tradicional residía en el Aba´a, que los filósofos mvettistas, de las escuelas del Gabón y del Camerún han traducido por “puesto de protección o casa común”, “corps de garde ou maison commune”, es decir la casa de la palabra que, por lo general, se sitúa en los extremos o en el centro de la cualquier aldea africana y que en el Dieu d´eau del viejo Ogotemmêli, el exponente por excelencia de la metafísica de la cultura dogon, ocupa el mismo lugar que la cabeza en la estructura del cuerpo humano. Esa institución era nuestra asamblea, centro neurálgico de la realización del individuo y de su colectividad. De la palabra y del voto de cada uno de sus miembros se diseñaba un plan que los permitía pasar directamente de la teoría a la  práctica, en vía a la consecución del bien común. Al alejarnos de esa digna herencia, no es necesario seguir o repetir la ruta de esas falsas democracias que hoy exhiben su poder autocrático o totalitario.

                                                       

4. El fantasma del orden magnético

En el universo  geopolítico de nuestro continente todo sucede como si estuviese diseñado por una  curiosa “armonía preestablecida” que, provista de un poder mágico, es capaz de rechazar incluso los consejos de Eman Emú Nnang Ondó, el más sabio de los inmortales de mítico pueblo fang de Engong. Este es el fantasma del orden magnético impuesto por los amos del nuevo imperialismo. Es el fantasma que espanta a muchos de nuestros intelectuales, considera como enemigos a los críticos, posterga a unos y elimina físicamente a otros. Evocando la “situación límite” en la que se vieron envueltas ciertas personalidades, citaremos a las siguientes figuras creadoras: Cheikh Anta Diop, el creador del panafricanismo científico y defensor de la auténtica negritud, que sufrió la persecución de Léopold Sédar Senghor.26 Daniel Assoumou Ndoutoume, autor de Du mvett l´orage, processus de la démocratisation conté par un diseur du Mvet, préface de Grégoire Biyogo, présentation de Tsira Ndong Ndoutyoume, su hermano, una obra sumamente crítica que puso al descubierto los tejemanejes del régimen del presidente Omar Bongo quien lo sacrificó de la mano de sus sicarios, después de su publicación en 1993. Engelbert Mveng, el célebre jesuita camerunés,  que fue asesinado por el gobierno de Paul Biya en su residencia en Yaoundé, el 24 de abril de 1995. Saro-Wiwa, un reconocido poeta nigeriano que participó activamente en las manifestaciones llevadas a cabo por los Ogonis, habiendo sido detenido por las órdenes del  gobierno militar de Sani Abacha quien, bajo la excesiva presión de la compañía explotadora de petróleo, la holandesa Shell, lo ejecutó, con otros activistas, en noviembre de 1995… Yo mismo, tras sufrir la amenaza del fantasma durante mis dos años consecutivos como profesor en la universidad de Ghana, Legon., Accra (1978-1980), al comprobar que el ideal de la liberación de África había sido traicionado, tomé la amarga decisión de abandonar definitivamente  el “país natal”:

“Volveré otra vez a África cuando surjan de nuevo gentes como el gran maestro Osagyefo, cuando surjan gentes como Patrice Lumumba, cuando surjan gentes como Frantz Fanon. La azafata anuncia la salida del vuelo.

“23.30. Nos estamos moviendo para tomar la pista del despegue. Continuamos  en movimiento. ¡Parada! ¡El avión vibra los motores, velocidad máxima! ¡Despegue!

¡Arriba! Vuelo con alas de acero. Contemplo por última vez la luces del laberinto. ¡Adiós! 27”

Pero, alguien preguntará por simple curiosidad, ¿hacia dónde puede dirigirse ese hijo de África que se despide de su madre? Pues sinceramente regreso al Occidente, no por aceptar sus valores, sino, en primer lugar, para demostrar mi desacuerdo con la actitud sumisa y cómplice de los líderes africanos frente al neocolonialismo y, en segundo lugar, para reasumir en el propio suelo occidental la responsabilidad de mi puesto en la lucha por la liberación africana. Explicaré una y otra vez a esa sociedad, como lo he hecho hace ya varias décadas en mis libros y conferencias, que el colonialismo ha  interpretado nuestra historia al revés, es decir que la ha falsificado. Que Hegel, el racionalista de dicha falsificación, ha afirmado ingenuamente que “lo que entendemos en suma bajo el nombre de África, es un mundo ahistórico. 28” Teniendo en cuenta que fue el padre del idealismo absoluto, se comprende fácilmente que su concepción de la historia ni siquiera encajaba en la historia occidental. Para su compatriota K. Marx esa era una historia celestial totalmente ajena a la historia de los seres humanos. Por eso, otro de sus contemporáneos nos aclara un poco más su situación:

“En aquella época, Schelling arrastraba tras de sí a una criatura filosófica ministerial, Hegel, calificado desde arriba como un gran filósofo, con un fin político mal calculado, charlatán vulgar, sin espíritu, repugnante, ignorante, que con una frescura, una sinrazón y una extravagancia sin par, compiló un sistema que fuetrompeteado por sus venales adeptos como si fuera la sabiduría inmortal, y como tal fue tomado en realidad por los imbéciles, lo que provocó un coro de admiración como jamás se había escuchado.29” Hegel, al ser ignorante de la historia universal, incurre en un paralogismo por creer  que

África “es un mundo ahistórico”, cuando por el contrario ella es precisamente la cuna de la humanidad y, por supuesto, de su historia, como lo demostrará uno de los grandes filósofos de la filosofía de la historia realista, no sólo africana sino también universal.30

La ignorancia colonial sistematizada por Hegel había creado su propia escuela, una escuela integrada naturalmente por historiadores ahistóricos, tales como Reginald Coupland, Eugène Pittard , P. Gaxotte, Charles-André Julien, etc., quienes, incapaces de ofrecer un análisis objetivo y riguroso de  los hechos, se dedicaron a “escribir sandeces” sobre África “sin rechistar” y se quedaron atrapados por la “barrera” de falsos “mitos”.31 Además de esa ignorancia, es obvio señalar que lacharlatanería “vulgar”, la extravagancia, la repugnancia, entre otros vicios que Schopenhauer descubrió en la persona de Hegel, siguen, al parecer, encontrando adeptos incondicionales como nos lo han insinuado el presidente francés Nicolás Sarkozy y su consejero Henri Guaino. Insistiré en que en África no han existido ni existen países pobres, como se ha dicho y se dice vagamente en el Occidente, porque incluso las zonas más desérticas poseen también petróleo y les sobran fosfatos. África es uno de los continentes más ricos del  mundo, sus reservas de carbón, por ejemplo, “son consideradas suficientes para durar trescientos años. Nuevos campos petrolíferos son descubiertos y explotados en todo el continente. 32” Lo cual significa  -con perdón por la redundancia-­ que a base de esa explotación, el Occidente vive cómodamente. Una explotación que cobró un nuevo impulso desde 1960 hasta hoy y que, al dejar en la ruina a las masas locales, ha provocado el actual éxodo de su juventud hacia los países explotadores. Insistiré en que ningún país explotador de nuestros recursos naturales ha deseado, desea, ni deseará el bienestar, el progreso o el desarrollo de los pueblos africanos. Que todos los explotadores están en contra de África, como nos lo ha recordado Mongo Beti, en su obra La France contre l´Afrique, La Découverte, 1993. Continuaré mi ardua tarea de demostrar a la intelectualidad occidental que el saber universal y racional que tiende a alcanzar un conocimiento verdadero de la totalidad de lo real, que más tarde fue llamado filosofía por Pitágoras de Samos, en el siglo VI  a. C., tuvo su origen entre los Ishango, los primitivos habitantes de las orillas del lago Eduardo, actual República Democrática del Congo, 30.000 años a. C. Reafirmaré la tesis de que dicho saber, habiendo sido reanudado por sus hijos en Camit, Aithiopía, “País de los Negros”, Egipto, lo asimilaron sus discípulos griegos quienes lo trasplantaron posteriormente en su patria. Seguiré como siempre las líneas de la investigación objetiva y de la lógica formal y repetiré con énfasis que nuestra filosofía africana es, en su esencia, la propedéutica de la filosofía occidental… Insistiré en mi actitud de oposición radical a la forma mitológica con la que los vulgarizadores acostumbran a tratar los temas africanos…

 

5. “Ali Bongo, el benjamín de la Françafrique”

Este es uno de los letreros que resume la voluntad general de esa multitudinaria manifestación que se dirigía hacia los Campos Elíseos, el sábado 12 de septiembre de 2009. Eran en su mayoría gaboneses residentes en Paris y procedentes de otras ciudades reunidos para protestar contra el “golpe de Estado electoral” con el que Ali Bongo se proclamó vencedor en las recientes elecciones presidenciales del “país natal” y contra la política neo-colonial francesa. La protesta se convertía cada vez más en un cortejo fúnebre, el de la muerte simbólica de la Françafrique.

“En el cortejo aparecen eslóganes inequívocos: “Se acabó la  Françafrique”. Una pancarta menciona al ministro de Asuntos Exteriores, “Doctor Kouchner, dictatólogo sin fronteras”, mientras que Robert Bourgi, consejero oficioso de África de Sarkozy, que hace pocos días ha hecho gala sin escrúpulos de la naturaleza de sus relaciones con los jefes de Estado africanos, es objeto de la pulla. Ali Bongo, recientemente elegido y rechazado al frente de Gabón, es considerado “el benjamín de la Françafrique.”  No era un manifestación silenciosa, ni  mucho menos de los indecisos que pueden vacilar ante el peligro, sino de personas dinámicas y autónomas que, habiendo tomado conciencia de la circunstancia adversa que sacude a su pueblo, muestran su oposición a esa imposición extraña a su voluntad. Evitando provocar el caos de la palabra, emitían gradualmente sus razonamientos y sus inferencias lógicas, de acuerdo con un orden establecido. “Es inconcebible que Francia no haya podido mantenerse a distancia de Bourgi, que ella no condene sus propósitos”, expuso el organizador de la convocatoria, Renée Clement. “Sarkozy debe tener una posición clara. Rechaza la elección en Irán, y no en Gabón, cuando ha sido el mismo procedimiento: un fraude.”, señaló Mengoune, representante de la Diáspora Gabonesa Unida. “Cada vez más, los gaboneses tienen el sentimiento de que su país está ocupado por Francia. Lo perderéis todo.”, advirtió   Jules-Florent. Y Michael concluye que Guy, uno de los intrépidos estudiantes gaboneses de 26 años, protestando contra esa farsa electoral, se puso en huelga de hambre delante de la embajada de su país en París, desde el 4 de septiembre, y que, respetando el consejo de sus compatriotas que no deseaban que su estado de salud corriera riesgo,  puso fin a su acción… Aun con eso, asintieron al unísono que “El combate será largo. 33”

Por supuesto que, exceptuando a los traidores, esclavos del neocolonialismo que han vendido nuestro continente a las potencias extranjeras, todos somos militantes de esa lucha que continúa. En este sentido, tenemos que tener claro que Francia no puede desautorizar a ninguno de los consejeros del equipo de cerebros de su política africana, siendo ellos los mejores ejecutores  de sus ideales en esa zona conquistada. El “señor África”, como lo llama Thomas Hofnung, ha declarado públicamente que:

“He ido al Elíseo a ver al presidente de la República en presencia de Guéant y le he transmitido el mensaje  firme y amenazador del presidente Bongo. Él me ha dicho: di a Omar (como lo llama) y a otros jefes de Estado,  que Bockel se irá enseguida y será reemplazado por uno de mis amigos, un amigo de Guéant. Me ha dado su nombre y me ha pedido guardarlo en secreto. Me ha dicho además (esto es importante): ese nuevo ministro seguirá  tus pasos, no te extrañes de nada, tú lo iniciarás en África. 34”  Se sabe que Jean-Marie Bockel, ex socialista y reelegido alcalde de UMP de Mulhouse, que siendo secretario de Cooperación a la Francofonía, era partidario de un cambio radical de la política francesa en África. En una entrevista concedida a Le Monde, el 16 de enero de 2008,  había asegurado que “La Françafrique está moribunda. Voy a firmar su acta de defunción. Ciertos países poseen importantes recursos petrolíferos, pero su población no se beneficia en nada de ellos”. Esa declaración provocó la ira del presidente Omar Bongo, quien la calificó de “inaceptable” y empleó todo su artilugio para que su amigo Sarkozy tomara cartas en el asunto. Bockel fue inmediatamente para que su amigo Sarkozy tomara cartas en el asunto. Bockel fue inmediatamente cesado y sustituido por Alain Joyandet, alcalde de Vesoul, hombre de negocios y ex secretario nacional de UMP.35  Philippe Bernard recuerda, por otra parte, en su artículo la analogía existente entre la experiencia negativa de Jean-Marie Bockel quien ha sido cesado en sus funciones y la de Jean-Pierre Cot que, en el gobierno de François Mitterrand, ocupaba el puesto de ministro de Cooperación y presentó su dimisión en 1982 después de su frustrado intento de virar las relaciones franco-africanas. Eso demuestra que la política francesa en África de todos los tiempos, de todos los signos, ha tenido y tendrá un mismo objetivo: lograr la explotación desorbitada y sosegada de sus recursos y el máximo nivel de empobrecimiento de sus habitantes.

En las circunstancias presentes, Sarkozy no puede rechazar el resultado de las elecciones gabonesas porque él mismo las ha organizado. Se sabe bien que, tras asistir a las honras fúnebres del gran amigo Omar Bongo, el 16 de junio de 2009, Sarkozy convocó a Ali Bongo al Elíseo, donde le detalló el plan de actuaciones que ya había preparado en vía a la sucesión de su padre. En ese plan se incluía lógicamente la realización de un simulacro de elecciones presidenciales que, en caso de no ser elegido, como ministro de Defensa estaba obligado a tomar el poder a mano armada.  Con ese propósito, el 30 del pasado mes de agosto, dio paso a las recomendadas elecciones a las que él se presentaba, junto con otros dos principales candidatos: Pierre Mamboundou, el opositor histórico, y André Mbá Obame, ex ministro del Interior. Dos días después de la publicación de las actas del escrutinio efectuado por los gobernadores provinciales, en el  que Pierre Mamboundou aparecía como el claro vencedor, a las 11 h del 2 de septiembre de 2009, Ali Bongo ordena, según lo previsto, al general Operha Paul, jefe del Estado Mayor del ejército, y a sus dos adjuntos, los coroneles Olame Ndong y Nkouerey Dominique a asaltar la CENAP (Comisión Electoral Autónoma y Permanente) para apoderarse de las actas emitidas con el fin de modificar los datos. De esta guisa, a media noche, es decir a las 00 h del 3 de septiembre, el ministro del Interior Jean-François Ndongou escoltado proclamó su victoria, en la RTG1,  con el 41,73 % de los sufragios, lo que produjo un oleada de disturbios en todo el país. “Es importante recordar que a fin del año 2008, Ali Bongo entonces ministro de la Defensa nacional ha sustituido a varios oficiales generales y comandantes de las fuerzas armadas por aquellos que comulgan con sus ideas y continúan la ejecución de sus órdenes, aunque él no asuma las funciones de ministro de Defensa.36”  En Port-Gentil, ciudad natal de Pierre Mamboundou, donde prendieron fuego al consulado francés y a las instalaciones del TOTAL, una empresa francesa que, de forma exclusiva, explota el petróleo desde 1960, el balance de la represión militar arroja una cifra de 15 muertos, según los testimonios médicos del hospital local obtenidos por Philippe Bernard, enviado especial de Le Monde. Mientras que los opositores, en situación de arresto domiciliario, han recurrido a la OUA y a otras instituciones internacionales, denunciando el fraude y reclamando su asistencia y el recuento de votos, Nicolás Sarkozy, Muhamar el Gadafi (Libia), Mohamed VI (Marruecos) y Paul Biya (Camerún), han reconocido precipitadamente y han enviado sendas felicitaciones al nuevo mandatario.

Estas son, en suma, las consecuencias nefastas de la política francesa en África… Tras la muerte del presidente de Togo, Eyadéma Gnassingbé, acérrimo defensor del statu quo neo-colonial, el 5 de febrero de 2005,, el gobierno francés planificó otro “golpe de Estado electoral” que, el 24 de abril del mismo año, proclamó fraudulentamente a su hijo Faure Gnassingbé como presidente de la República. En Gabón es evidente que Ali Bongo ha sido el candidato de Francia, del TOTAL y demás intereses multinacionales.

Por eso, el silencio que Francia ha querido imponer a la opinión pública nacional e internacional, aunque haya logrado su objetivo, ha sido una simple estratagema llena de confusiones, en las que Robert Bourgi subrayaba enfáticamente, con su habitual lenguaje de galimatías,  que Ali Bongo era “un amigo, el más escuchado” de Nicolás Sarkozy”, Bernard Kouchner, ministro de Asuntos Exteriores, mantenía que “Francia no tiene candidato y que no interviene de ningún modo en el escrutinio”.

Los líderes africanos que luchan por el  bienestar de sus pueblos deben emprender una acción conjunta para oponerse públicamente a la farsa electoral de Ali Bongo,  exigir que el gobierno francés acepte la voluntad del electorado gabonés y que se proceda al nuevo escrutinio, un escrutinio efectuado bajo la mirada de observadores internacionales, con el fin de proclamar como presidente de la República al merecido ganador de las recientes elecciones.

    

6. “Atreverse a inventar el futuro”

Estoy seguro de que cualquier intelectual africano descubrirá enseguida que esa expresión la he tomado de nuestro joven revolucionario, el burkinabé Thomas Sankara.

Para situarla en su contexto, sólo habría que dirigirse a la ONU, donde tiene lugar, el 4  de octubre de 1984, la XXXIX sesión de su Asamblea General. Ahí en un discurso maduro y reflexivo, el líder africano presenta un programa universal, continental y nacional y, entre otras consideraciones, anticipa el ideal que serviría de despegue a su pueblo:  

“Hemos elegido buscar las mejores formas de organización adaptadas a nuestra civilización, rechazando brusca y definitivamente todo tipo de imposiciones exteriores, para crear así las condiciones de una dignidad a la altura de nuestras ambiciones. Negar el estado de la servidumbre, eliminar las presiones, liberar a nuestras tierras de un inmovilismo medieval o de una regresión, democratizar nuestra sociedad, abrir los espíritus a un universo de responsabilidad colectiva para atreverse a inventar el futuro. Romper y construir la administración  a través de una otra imagen del funcionario, sumergir a nuestro ejército en el pueblo por el trabajo productivo y recordarlo incesantemente que sin formación política patriótica, un militar no es sino un criminal en potencia. Este es nuestro programa político.37” A este programa progresivo acompañó el plan de gestión económico y una rigurosa reforma de todos los ámbitos del Estado, lo que trajo consigo un cambio radical en todas las esferas de la sociedad de Burkina Faso. Que lo expliquen aquellos que vivieron en su carne y hueso el proceso revolucionario que condujo a ese pueblo a conquistar su libertad durante cuatro años. Que lo explique el profesor Jean Ziegler, de la universidad y del Instituto de desarrollo de Ginebra, uno de los pocos occidentales que podría dar una interpretación objetiva de ese paso gigantesco. Con la puesta en práctica de semejante programa, el líder africano pensaba en su pueblo y con él, siguiendo el camino emprendido por Kwame Nkrumah, se proponía conseguir el bien común y alcanzar un nivel digno de desarrollo, en torno al cual giraba necesariamente la tripe independencia: la política, la económica y la militar. En sus discursos subrayaba que tanto Burkina Faso como el resto de países africanos contaban con recursos materiales y humanos con los cuales podían lograr esos objetivos. Que empleando racionalmente su fuerza de trabajo debían producir y consumir sus productos, para no depender de la importación de la manufactura procedente de las potencias extranjeras. Si Nkrumah había advertido al mundo entero, en 1964, que la ayuda a los países africanos o en vía de desarrollo “es simplemente un crédito circular pagado por el amo neocolonialista que pasa por el Estado neocolonial y regresa al primero en forma de utilidades incrementadas.38”, Sankara reclamó, el 27 de julio de 1987, en la XXV cumbre de la OUA, en Addis-Abeba, la constitución inmediata de un bloque común y continental “contra la deuda”, porque esa “es una reconquista de África organizada hábilmente, para que su crecimiento y su desarrollo obedezcan a escalas, a normas que nos vienen impuestas desde el exterior. Según eso, cada uno de nosotros se convierte en esclavo financiero, es decir esclavo simplemente de los que han tenido la oportunidad, la astucia de enviarnos fondos con el fin de devolvérselos con  grandes sumas de intereses.39”.

Sankara es el segundo líder del África francófona que ha hablado en voz alta con la potencia colonial francesa, para exigir el trato digno que de hecho merecía el pueblo libre e independiente de Burkina Faso. Lo mismo que vemos a Sékou Touré enfrentándose al general De Gaulle, Thomas Sankara se enfrenta a François Mitterrand… Además de lo que se sabe que ha significado la praxis revolucionaria para Fidel Castro y de Mao Tsetoung, la desgracia de los revolucionarios es que no suelen el progreso de la humanidad, hemos aprendido de ella, que, exceptuando los casos de saborear el fruto de sus obras,  supuesto que desaparecen frecuente y súbitamente de la  escena política, por lo general, durante su juventud. En esa marcha fatal de la historia, el 15 de octubre de 1987, Sankara y 12 de sus colaboradores fueron asesinados por orden del gobierno de François Mitterrand,  una orden ejecutada por  los oficiales del ejército francés destinados en la zona y por su lacayo local Blaise Compaoré quien, al tomar el poder, inició así la destrucción de las bases  de la revolución del pueblo burkinabé.

¡Qué  desgracia, la de los dirigentes africanos que, renunciándose a sí mismos y a la lucha por la liberación de sus pueblos,  hayan aceptado actuar en ese juego teledirigido por los amos neocoloniales!  Hablar del 50 aniversario de la independencia africana es entrar en un “mare magnum” o en un laberinto de muy difícil salida… Si nuestra madre África alberga todavía el sueño de impulsar la lucha por su liberación total, sus dirigentes deben asumir la responsabilidad de retomar la praxis política de sus hermanos revolucionarios que más nos han legado su espíritu combativo, cuyos principios permanecen y permanecerán imborrables a través de las generaciones venideras. Así se dotarán de una fuerza de voluntad inflexible, con la que resucitarán esa escala de valores que, en cada momento, los impulsará a “atreverse a inventar el futuro”, un futuro autónomo, independiente, libre de las injerencias ajenas a los intereses de nuestros pueblos, un futuro capaz de reconquistar, de recuperar,  el honor, la dignidad, el respeto y el verdadero humanismo de la vida tradicional africana.  Junto a ese acervo, hace falta adoptar nuevas estrategias entre las cuales se sitúa la teoría de las 3 R: Resistencia, Reorganización y Resurgimiento. Resistencia a la imposición de las recetas o de las órdenes de las grandes organizaciones internacionales. El FMI, el Banco Mundial,  son los mejores servidores y traficantes de los intereses del gran capital. La OMC  está manipulada por la UE y por los más desarrollados que ahogan los mercados africanos, donde el “libre-intercambio” brilla por su ausencia. La protección agrícola de las zonas más avanzadas se sostiene en detrimento de la agricultura africana… Reorganización: esa exige una nueva estructuración de todas las facetas de las políticas estatales y su posible consolidación… Resurgimiento: basándose en las fases precedentes, África debe tomar conciencia de que sólo puede alcanzar su desarrollo por su capacidad y su esfuerzo, racionalizado por el talento de sus verdaderos hijos, es decir de aquellos que piensan en la resolución de sus graves problemas… “Habiendo reorganizado su economía, reconstruido los Estados de desarrollo, realizado su unidad y asegurado su cohesión política, África será entonces capaz de reintegrarse al sistema mundial en una posición que le permitirá negociar sobre las bases más favorables con otros países del mundo y las instituciones multilaterales. Con ello dejará de estar en una posición de sumisión al sistema y se convertirá en un actor, cuyos puntos de vista e intereses serán respetados por otros.40”  A estas 3 R yo añadiría la nacionalización de sus recursos naturales o el control de sus explotaciones para convertirlas en uno de los motores  del bienestar de sus masas. No hace falta que, para dicho control, los países en cuestión estén dotados de tecnología propia, sino que deben exigir que las multinacionales explotadoras inviertan más del 50% obtenido de la excesiva acumulación de ganancias en las zonas afectadas. La posibilidad de alcanzar ese ideal de desarrollo responsable implica simultáneamente la adopción de mecanismos específicos encaminados a la eliminación de la corrupción institucional. El África francófona debe deshacerse de la vieja estructura de dominación de la “Cammunauté Française”, debe eliminar todas la bases militares francesas que alberga en su suelo. Del mismo modo, el África anglófona debe desterrar los lazos de dependencia del viejo colono inglés reforzados por la “British Commonwealth”.  Para su defensa, África debe rechazar la presencia de cualquier fuerza extranjera en sus dominios y contar con un cuerpo de inteligencia político y militar propio, nuevo y selecto, para hacer frente a la potente mafia de corruptos y corruptores que se apoderan impunemente de nuestros tesoros nacionales. Si “la esperanza alegra el alma”, esperamos que, con ese aprendizaje bien asimilado, las nuevas generaciones de regentes africanos tengan el valor de superar estos grandes obstáculos y de asumir con sagacidad la máxima responsabilidad de conquistar, para sus naciones, el reino de la dignidad, de la paz y de la prosperidad.

 

León, 24 de junio de 2009.

© Eugenio Nkogo Ondo 2009

 

1. Kwame Nkrumah, Le consciencisme, philosophie et idéologie pour la décolonisation et  le développement, avec une référence particulière à la Révolution africaine. Traduit de l´anglais par L. Jospin,  Payot, Paris, 1964, p. 89.

2. Idem, p. 106.

3 . Kwame Nkrumah, Conciencisme, o.c.,  p. 109.

4. Idem,  p. 37 y 38.

5. Ibidem, p. 131.

6. Nkrumah, un líder y un pueblo, Fondo de Cultura Económica, México, 1962, p. 14, 134  y 174.

7. Idem,  p. 15.

8.  Kwame Nkrumah, Conciencisme, o. c. , p. 150.

9.  Idem,  p. 154.

10. Kwame Nkurmah, Neocolonialismo, última etapa del imperialismo, Siglo XXI Editores, S.A., México, 1966, p. 3.

11. Idem, p. 4.

12. V. Lénine, L´imperialisme, stade suprême du capitalisme, essai de vulgarisationOeuvres choisies, Editions du Progrès, Moscou 1968, p. 169.

13. Kwame Nkrumah, Neocolonialismo, última etapa del imperialismo, o. c. p. 220.

14. Kwame Nkrumah, Dark days in Ghana, Panaf Publications Limited, London 1968, p. 49.

15. Idem,  p. 98.

16. Kwame Nkrurmah, Dark days in Ghana, o. c.,  p. 47-48.

17. Jospeh Ki-Zerbo, Histoire de l´Afrique noire, Éditions Hatier, Paris, 1978,  p. 513; y Rolf Italiaander, La hora de África, traducción de Ana F. Descatllar, Editorial Seix Barral, S. A., Barcelona, 1961, p. 310-311 

18. Makhily Gassama, “Le piège Infernal”, L´Afrique répond à Sarkozy, contre le discours de Dakar, Éditions Philippe Rey, Paris, 2008, p. 36-37.

19. Bamba Sakho, “Entre ruse et archaïsme”, L´Afrique répond à Sarkozy, o. c. p. 386-387.

20. Max Liniger-Goumaz, La Guinée Équatoriale convoitée et orpprimée, aide–mémoire d´une démocrature 1968-2005, L´Harmattan,  Paris, 2005, p. 83, 105.

21. Bamba Sekho, “Entre ruse et archaïsme”, L´Afrique répond à Sarkozy, o.c., p. 387.

22.Mahamadou Siribié, “Violence symbolique d´un discours crépusculaire”, L´Afrique répond à Sarkozy, o. c.,  p. 423.

23. Ludo De Witte, L´assassinat de Lumumba, Éditions Karthala, Paris, 2000, p. 9.

24. “Pas dupes IV. Les fausses factures aussi ont besoin d´Afrique”, in Éric Fottorino, Christophe Guillemin, Érik Orsenna,  Besoin d´Afrique, Paris, Fayard, 1992, p. 150, citado por  Zohra Bouchentouf-Siagh, “Duplicité et trafic de l´histoire”, L´Afrique répond à Sarkozy, o. c., p. 63, nota 17, p. 74-75.

25. Vincent Hugeux, Les sorciers blancs, enquête sur les faux amis français de l´Afrique, Librairie Arthème Fayard, 2007, p. 57.

26. Doue Gnonsea, Cheikh Anta Diop, Théophile Obenga: Combat pour la Re-naissance africaine, L´Harmattan, 2003, ver sobre todo el capítulo VI.

27. Eugenio Nkogo Ondo, Sobre las ruinas de la República de Ghana, Notigraf, S.A., Madrid, 1988, p. 138.

28. Georg Wilhelm Friedrich Hegel, La rasion dans l´histoire, Éditions 10/18, Paris, 1979, p. 269.

29. Arthur Schopenhauer, Fragments sur l´histoire de la Philosophie, Alcan, Paris, 1912, p. 113-114.

30. Cheikh Anta Diop, Antériorité des Civilisations nègres, mythe ou vérité historique? Présence Africaine, 1967, ver fundamentalmente los capítulos 1 y 2.

31. Joseph Kizerbo, Histoire de l´Afrique noire, Hatier  Paris, 1978, p. 10-11.

32. Kwame Nkrumah, Neocolonialismo, última etapa del imperialismo, o. c., p. 12.

33. Florent Pecchio, Libération, Dimanche 13 septembre 2009, p. 2 et 3 de  9.

34. Thomas Hofnung, “Quand Robert Bourgi, le “M. Afrique” de Sarkozy, ne tient pas sa langue”, Le Monde, 07/09/2009, à 19H13, p. 2 de 9.

35. Philippe Bernard, “Deux mois après avoir dénoncé la “Françafrique”, Jean-Marie Bockel est débarqué de la Coopération” – André Moissé, “Nommé secrétaire d´État, Alain Joyandet est un Sarkozyste de la première heure”, Le Monde, Vendredi 21 mars 2008,  p. 10.

36. Alfred Mba Asseko,  “Gabon: comment Ali veut prendre le pouvoir aujourd´hui?”, site http://www.upg-gabon.org / 2 septembre 2009, p. 2 de 10.

37. Thomas Sankara, “La liberté se conquiert”, Oser inventer l´avenir, la parole de Sankara (1983-1987),  présenté par David Gakunzi, Pathfinder Press, New York, U.S.A., 1988 y 1991, & L´Harmattan, Paris, 2006, p. 102

38. Kwame Nkrumah, Neocolonialismo, última etapa del imperialismo, o.c., p. 8.

39. Thomas Sankara, “Un front uni contre la dette”, Oser invneter l´avenir, o. c., p. 247-248.

40. Demba Moussa Dembélé, “Repenser le développenemt en Afrique”, À la recherche d´un nouveau paradigme de développement, (International South Group Network, ISGN) Réseau International des Groupes du Sud et Forum Africain des Alternatives, Dakar 2006, p. 31, 32 y 33.

 

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